Julia García Escalera: "Los tratamientos transdiagnósticos permiten tratar diferentes trastornos utilizando un único protocolo"

10 Mayo 2022
Julia García Escalera

Julia García Escalera: "Los tratamientos transdiagnósticos permiten tratar diferentes trastornos utilizando un único protocolo"

Hablamos con Julia García Escalera, una de las ponentes del curso "Introducción al Protocolo unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en adolescentes (UP-A)" que se celebra este fin de semana.

Este fin de semana, el viernes 13 y el sábado 14 de mayo, el Colegio de Psicología de Navarra celebrará el curso online  "Introducción al Protocolo unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en adolescentes (UP-A)" que imparten las psicólogas Julia García Escalera y Victoria Espinosa Lorenzo. Esta es la entrevista que hemos mantenido con Julia García Escalera, profesora ayudante doctor de la Facultad de Psicología de la UNED, en Psicopatología y Psicopatología Forense del Grado en la UNED.

- ¿Hay alguna estimación del porcentaje de casos de adolescentes con trastornos emocionales que se detecta correctamente en las familias o en los centros de estudios?
- Los trastornos de ansiedad y depresivos son muy comunes durante la adolescencia con tasas de prevalencia anual elevadas, tanto para la ansiedad (32.4%) como para la depresión (10.6%) (Kessler et al., 2012). En el caso de nuestro país, el 20,8% de los adolescentes españoles de 10 a 19 años sufre algún tipo de problema mental, lo que sitúa a España como el país europeo con mayor prevalencia de estas patologías, según el último informe de UNICEF (2021). También sabemos que los trastornos internalizados (como la ansiedad y la depresión) con frecuencia pasan desapercibidos en el contexto escolar y familiar en comparación con otras psicopatologías como los trastornos de conducta.

-¿Estos adolescentes tienen fácil acceso a los tratamientos psicológicos? 
Si bien existen escasos datos oficiales sobre las listas de espera para acceder a los servicios de salud-mental infantojuveniles, esta es una de las mayores críticas hechas por los profesionales, asociaciones o incluso por el Defensor del Pueblo o el Comité de los Derechos del Niño. Así mismo, la pandemia ha intensificado los retos a los que se enfrenta nuestro sistema sanitario. Sin embargo, esto no se ha traducido en un aumento del número de profesionales, manteniéndose el ratio de 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes en el Servicio Nacional de Salud (SNS).

- ¿Cuáles son los motivos principales por los que no acceden a estos tratamientos?
- Además de la escasez de recursos públicos destinos a la salud mental infanto juvenil, distintos informes destacan que, cuando los jóvenes reciben tratamiento, hay dificultades para que dichas intervenciones estén basadas en la evidencia científica (Asnaani et al., 2018; Fonagy et al. 2017). También hay barreras de carácter individual que dificultan que los adolescentes reciban atención psicológica y psiquiátrica como puede ser el estigma asociado a los problemas de salud mental, la falta de tiempo, las dificultades para desplazarse o la preferencia por gestionar sus problemas por sí mismos (Czyz, et al., 2013; Ebert, et al., 2019).

- ¿Cuáles son las principales ventajas de los tratamientos transdiagnósticos?
El transdiagnóstico es un enfoque muy prometedor en el ámbito de la psicopatología cuya característica principal es que entiende que existen procesos cognitivos y conductuales implicados en el origen y mantenimiento de grupos de trastornos psicológicos (p.ej., los trastornos de ansiedad y depresión). La principal ventaja de los tratamientos transdiagnósticos es que permiten tratar diferentes trastornos utilizando un único protocolo de tratamiento, lo que facilita la puesta en marcha de terapias grupales, la formación de los terapeutas, la reducción de los costes de tratamiento o la incorporación de tratamientos psicológicos basados en la evidencia científica a contextos con pocos recursos como la sanidad pública o los centros escolares.

- ¿Desde cuándo se aplican?
Distintos autores consideran que el primer protocolo de tipo transdiagnóstico fue el elaborado por parte de Fairnburn, Cooper y Shafran (2003) para el tratamiento de los trastornos alimentarios. En el año 2011, el grupo de David Barlow de la Universidad de Boston publicó el Protocolo unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales (UP) y, desde esa fecha, se han publicado numerosos en estudios en EE. UU. y otros países que apoyan la eficacia del UP para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y depresión, tanto en formato individual como grupal. En el año 2018, el equipo de Jill Ehrenreich-May de la Universidad de Miami publicó una adaptación para niños y adolescentes del UP, los Protocolos unificados para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en niños (UP-C) y adolescentes (UP-A). Desde el año 2012, distintos artículos científicos han ido mostrando que el UP-C y el UP-A son tratamientos eficaces para la reducción de la sintomatología ansioso-depresiva en población infanto-juvenil.

- ¿Cuándo se da por recuperado a un adolescente que ha participado en estos tratamientos?
A la hora de decidir si un adolescente ha mejorado de forma significativa tras el tratamiento es aconsejable tener en cuenta la información aportada por distintos indicadores:
a) la entrevista clínica semi-estructurada administrada antes y después de la intervención (¿ha dejado el adolescente de cumplir los criterios diagnósticos de la/s psicopatología/s que mostraba en el pre-tratamiento?),
b) los cuestionarios auto-informados administrados antes y después de la intervención (¿muestra el adolescente una reducción significativa en los síntomas de ansiedad y depresión tras el tratamiento?, ¿ha mejorado su satisfacción con la vida y otro tipo de variables?),
c) la gravedad de los problemas emocionales que el adolescente quería trabajar durante la intervención (¿se ha reducido la intensidad de estos problemas?),
d) el punto de vista de terapeuta (¿considera el terapeuta que el funcionamiento global del adolescente ha mejorado de forma significativa?), y
e) el punto de vista de los padres (¿consideran los padres que se ha reducido la gravedad de aquellos problemas emocionales que querían que su hijo trabajase durante el tratamiento?).