Álvaro Ponce: "La violencia filioparental también se da en capas sociales media y alta"

14 Nov 2016
Álvaro Ponce

Álvaro Ponce: "La violencia filioparental también se da en capas sociales media y alta"

La problemática de la "violencia ascendente" es el objetivo del nuevo curso del Colegio de Psicología de Navarra que Álvaro Ponce dirigirá los días 18 y 19 de noviembre en Pamplona.

Aunque los últimos datos reflejan que las agresiones filiparentales se han estabilizado, en 2014 se presentaron el doble de denuncias por violencia ascendente que en 2006. Una realidad social que los psicólogos deben saber encauzar cuando tengan delante una situación como esta. Hemos hablado con Álvaro Ponce, doctor en Psicología Social por la Universitat Autónoma de Barcelona, máster en Investigación social por la UAB, diplomado en Estudios avanzados de investigación social y máster en psicoterapia cognitivo-social por la Universitat de Barcelona. Del 18 al 19 de noviembre imparte en Pamplona el curso "Intervención psicosocial en familias con violencia ascendente".

- ¿Cuáles son los objetivos con los que afronta este curso del Colegio de Psicología de Navarra?
- Pretendo poder compartir y dar a conocer las conceptualizaciones y aproximaciones teóricas que existen acerca de la violencia ascendente o filio parental, explicar los elementos que participan de su etiología, presentar un modelo de intervención que tiene un enfoque particular al aunar una mirada constructiva, psicosocial, intersubjetiva y con perspectiva de género, que es la que estamos empleando en la Asociación Conexus para llevar adelante nuestro programa AIVA (Atención Integral a la Violencia Ascendente) de atención pública que ya lleva 6 años de funcionamiento.

- ¿Qué diferentes perfiles existen que ejerzan este tipo de violencia?
- No existe un único perfil. Se han ido reconociendo ciertos “factores de riesgo” sobre formas o estilos de crianza, edad de los progenitores, antecedentes de adopción, situaciones de separaciones conyugales conflictivas, duelos no resueltos, sobreprotección, desacuerdos en las formas de crianza de los hijos entre madre y padre, triangulaciones, etc. Podríamos indicar que se trata principalmente de chicos (60 – 85%) aunque dependiendo del tipo de violencia (chicos ejercen más física, chicas más psicológica). Con mayor incidencia entre los 14 y los 18 años, corresponden a personas mayoritariamente sin trastornos mentales graves pero con ciertas peculiaridades cognitivas, de personalidad y de estado de ánimo. Presentan baja autoestima. Suelen (no necesariamente siempre es así) presentar problemas de aprendizaje, bajo rendimiento o fracaso escolar. Más probable si han padecido violencia de los padres o han presenciado violencia entre  el padre y la madre. Las violencias de adultos hacia padres mayores, son violencias aún más invisibles, puesto que se trata en la mayoría de los casos de negligencia antes que de agresión sistemática.

- ¿Se reconoce este tipo de violencia más abiertamente que hace unos años?
- La violencia que ejercen hijos adolescentes y jóvenes contra sus madres o padres, es un fenómeno que cuesta visibilizar por las dificultades de la denuncia, por razones de vergüenza y culpabilización de los padres, además de las todavía escasas prospecciones científicas que se han realizado al respecto. No obstante, el fenómeno de la violencia filio-parental se ha ido reflejando en el aumento del número de denuncias y en menor grado en el aumento de consultas sobre estas dificultades en casa. Estadísticamente uno de los principales registros han sido las fuentes de la fiscalía del estado que muestra que los casos incoados por violencia filio parental desde el 2006 se han duplicado hasta el 2014. En la actualidad al parecer las cifras se han estabilizado. Por lo que poco a poco se ha tenido mayor consciencia de ésta problemática y de sus dificultades de tratarla.

- ¿Afecta este tipo de violencia más a determinadas capas sociales?
- Al igual que otros tipos de violencia, se visibiliza más en determinados niveles sociales o colectivos dadas su características y casuísticas, pero la violencia es una problemática compleja que incide sobre todas las capas sociales. A diferencia de la violencia de género, que se visibiliza mayormente en los colectivos sobre los que actúa la justicia con mayor facilidad, colectivos inmigrantes, y personas con menor educación y menores ingresos. Este tipo de violencia se ha venido manifestando en mayor medida en las capas de niveles medios y altos, visibilizándose en las consultas a profesionales sobre el problema y por medio de las denuncias.

- A partir de qué momento podemos valorar que una persona sufre violencia de una persona menor que ella y de su entorno? ¿La padecen más las mujeres que los hombres?
- Cuando la víctima experimenta miedo, y está condicionada por esta experiencia, en donde el otro de alguna manera se hace con el poder y el control de la relación, nos encontraríamos frente a un caso de violencia ascendente o filio parental. Es una situación relacional que da espacio a las imposiciones por la fuerza o por poder de éstos hijos o hijas contra sus padres. La padecen principalmente madres antes que padres, y por eso algunos autores han clasificado a ésta violencia como un subtipo de violencia de género.

- El papel del psicólogo ante esta situación. ¿Ha variado en los últimos años? ¿Hay más formación ahora que hace un tiempo?
- Tenemos efectivamente más información. Sabemos que ya no se trata necesariamente de hogares desestructurados, ni de problemáticas asociadas a problemas de consumo de tóxicos o de psicopatologías mentales. Sabemos que ocurre en familias normalizadas que justamente por sus propias formas de relación y de afecto, han generado unas dificultades a la hora de gestionar sus conflictivas habituales o normales, la violencia ascendente ha emergido como un intento de solución a esa problemáticas. Sabemos que los casos que son tratados por diferentes profesionales, si éstos actúan de manera coordinada, pueden establecer mejores intervenciones y mantener los casos con mayores medidas de seguridad para las víctimas.

- ¿En qué aspectos debe mejorar el psicólogo para ofrecer un mejor servicio ante estas situaciones?
- En ampliar su foco de atención a más ámbitos que los individuales y observables, a reconsiderar el realizar intervenciones en grupo, y al trabajar en red frente a determinadas problemáticas como ésta que necesita de un soporte mayor que la intervención individual. Por otra parte, es una problemática que se debe re-encuadrar dentro de la situaciones históricas y sociales actuales (La crisis económica, las nuevas exigencias de los adultos respecto a los niños y niñas, las condiciones en que se realizan las tareas de educación y crianza, las nuevas tecnologías de la información y comunicación, etc.)

- ¿Qué se hace en los colegios o institutos para evitar esta violencia?
- No tengo información al respecto de que se estén realizando acciones directas y concretas para prevenir esta problemática. Pero indirectamente creo que hay algunas medidas que podrían ayudar en prevenir estas problemáticas. Algunas pocas escuelas están comenzando a dar cabida dentro de sus habituales curriculums educativos, a la inclusión de temáticas más sociales y relacionales tales como la resolución de conflictos interpersonales, la violencia de género, y la educación emocional. Todas estas acciones resultan de ayuda a largo plazo,  ya que son aliados contra cualquier forma de violencia.

- Programas de la televisión como "Hermano mayor" ¿sirven para concienciar sobre este problema o por el contrario lo banalizan ofreciendo una imagen irreal?
Estos programas han sido importantes en tanto que han mostrado que esta problemática existe en nuestra sociedad. Desafortunadamente el formato de show de televisión incluye la glamourización y la demonización de la violencia, que coloca a estas problemáticas lejos y ajenas a los normales, y por tanto las convierte en problemas exógenos a nuestro sistema social y cultural. Y le resta la complejidad que tienen las problemáticas de violencia. Además que el tratamiento se enfocaba a aspectos más expresivos y catárticos, y poco a la transformación de las praxis de relación y del vivir que mantenían estas familias. Finalmente, no reflejan el trabajo en red tan importante y necesario en estas complejas problemáticas.

Javier Echávarri